26.9.11

Háblame!

Háblame de este amor que crece y crece; que se hace más fuerte cada vez que amanece.
Háblame de cada noche que piensas en mí, tal cual, mi mente se enreda en ti.
Háblame de las canciones que abundan en nuestros corazones.
Háblame de los colores que se forman en nuestros besos.
Háblame de la razón del corazón para volverse sensación, emoción y discordante pasión.
Háblame de una flor que se abre con cada rayo de sol, como se abre este amor con cada palabra de amor.
Háblame de la vida, esa que nos regalamos mutuamente y que no se hiere ni se derriba.
Háblame de las melodías que nacen en tu delicadeza y de las armonías que provocan en mi sinfonía
Háblame del día y del sol en su esplendor, ese que no espera y aparece cuando más lo necesitamos.
Háblame de las pasiones esas que desbordan cada minuto; minutos, háblame de ellos
porque podemos tenerlos, podemos vivirlos y disfrutarlos.
Mas, ¿Por qué sólo minutos?
Háblame de las horas, las horas de cantar, de reír, de volar, soñar,
empezar, detener, retener, resaltar y formar.
Háblame de las historias que escriben los lápices de dos corazones que buscan más papel
para detonar con VIDA cada día la locura de una nueva canción;
de un nuevo estruendo de libertad; un estruendo de cifrar y descifrar.
Háblame, pues el hablar implica escuchar; porque escuchar significa pensar; el pensar es soñar, el soñar, disfrutar y el disfrutar es saltar.
Saltar es ir a volar, volar es avanzar, avanzar es crecer, crecer es tener, tener es aprender, aprender implica revelar, para revelar hay que creer;
creer es perseverar, perseverar es concretar, concretar es llegar; llegar es estar.
Estar es vivir. Vivir es cantar; cantar es amar, amar es escribir lo que podemos sentir.
Sentir es lo que queremos decir, decir es lograr hablar, hablar, hablar...
Háblame, sí, háblame porque ahí comienzo a ser quien quiero ser.
Ahí termino de conocer lo que es hablar.

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